Son las seis de la tarde cuando Adolfo,
Rúfilo, Ana y Cótida están en el salón. Se oye un leve ruido de fondo, que
parece asemejarse a un televisor antiguo de dos colores y botones en forma de
vaso de agua al revés. Solo se oye claramente el ir y venir de la cuerda de un
reloj de cuerda, que va y viene, y va y viene.
Aún con todo este ruido, reina un silencio entre los cuatro.
Hay dos sofás de color marrón gastado,
viejo, y voluptuoso. Uno es más pequeño que el otro; y están sentados por
parejas los cuatro en ellos. Adolfo y Ana en uno; Rúfilo y Cótida en otro. Hay
dos tazas de café y dos tazas de té, porque a las señoritas no les apetece
café. No está ninguna bebida empezada, y frías ya están.
Alrededor, hay un plano simple. Es un
salón horizontal, con muebles de color marrón viejo entero, aunque pulcrísimos
en su exterior. Dentro de estos, no hay nada, excepto polvo.
Cada uno mira para un lado diferente,
intentando evitar miradas. Reina el silencio.
Adolfo mira por el rabillo del ojo a
Ana, y por un microsegundo, al darse cuenta de esto, parece haber salido una
mueca de desagrado en el rostro de Rúfilo. Después Rúfilo mira a Cótida simulando
amor.
Siguen sin decir nada, y entonces Ana
bebe de su té. Adolfo ve en esa sed una sed ávida de erotismo y la vuelve a mirar
por un segundo, por el rabillo del ojo.
Nadie bebe más. Rúfilo se levanta, y no se sienta más. Cótida interpreta
esto como un cansancio, un cansancio en su matrimonio y ve cómo le dirige
miradas a Ana. Llora por dentro.
Ana intenta alcanzar de nuevo la taza
de té, y entonces los ojos de Adolfo se vuelven a iluminar de la excitación que
siente que ella siente por él. Pero entonces Ana retira la mano, y Adolfo deja
los ojos en blanco. Está confundido, y con el ánimo bajo. Ahora no sabe qué
hacer.
Rúfilo está nervioso, aunque camina
lentamente por el suelo del salón, no quiere llamar la atención. Ve que Adolfo
quiere acercarse a Ana, la mira con lujuria, y no, él no puede tocarla. Le
odia.
Ana se suelta el pelo a su vez cerca de
Adolfo, queriendo seducirle. Quiere atraer su atención, pero se aleja de él, no
quiere que él crea que ella le quiere, porque está dañada.
No dicen nada, y dan las siete. Se
retiran.
Rúfilo se retira. Ana se retira. Cótide
se marcha a llorar. Adolfo se masturba y se marcha a llorar.